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lunes, 14 de enero de 2013

Febrero, entre el cielo y el infierno para Ecuador


El próximo 17 de Febrero, Ecuador tienen en sus manos más de una decisión. No solo está en juego la presidencia de nuestro pequeño pero productivo país, sino también está la oportunidad para rectificar el rumbo, recuperar la libertad de expresión y hacer respetar los derechos de cada ciudadano.


No entiendo como todavía puedo tener gente apoyando mi gestión y a toda la bola de corruptos de Pais. Nunca ha sido mi intención hundir al país pero debo contarles que existe un grave problema. En mis seis años de gestión me he dado cuenta que no sé gobernar. Mi carácter engreído, pugnaz y arrogante me han bloqueado aquellas intenciones inocentes que tenía por sacar adelante a mi país y hoy solo me importa engordar mi billetera, colocar familiares en puestos de gobierno y joder a cada periodista o medio de comunicación que despotrique en contra de mí.

Siempre he sido parte de un marxismo e indigenismo panteísta, como el Presidente Chávez, Evo y todos aquella que profesan la humildad en su mandato. Por ello detesto la libertad de expresión y de opiniones pendejadass que puedan afectar mi reputación como Presidente.
Los ecuatorianos deberían buscar un país con cordialidad cívica, que el gobierno respete a la oposición y adversarios políticos de su presidente, que no denigren a nadie en mitings políticos, que un presidente no levante calumnias en contra de medios de comunicación ni amenace empresarios cuando se le ronque la gana.  He sido bien imbécil porque en lugar de embolsarme a los medios de comunicación, los tengo de enemigos; he sido imbécil porque en lugar de unir los poderes del estado y hacerlos trabajar con el mismo propósito, los he separado en decisión de poder y de objetivos; he sido imbécil porque he buscado dominar la opinión pública de la peor forma posible. Controlo casi el 30% de la publicidad a nivel nacional, no otorgo espacio a los candidatos rivales de mi partido y cada miting insulto a nuevas personas para que la gente crea en mis palabras.

Ahora yo los invito a reflexionar. Por qué hasta la tercera reelección solicito una licencia de 30 días. He hecho historia porque aparte de ser un pésimo mandatario, he sido el primero en toda la historia que me separo de mi cargo para participar en una campaña política. Lo cual hace hincapié de quién tiene el poder en el país.

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